Las autoridades de salud chinas no ofrecieron indicios el sábado de que se vayan a relajar las restricciones contra el COVID-19, tras varios días de rumores que apuntaban a que el gobierno estaría considerado la posibilidad de cambiar su estricto protocolo “cero COVID” que ha frenado el crecimiento económico y alteró la vida cotidiana.
Durante una conferencia de prensa, los funcionarios dijeron que la política, que busca frenar la entrada de casos al país y aislar todos los brotes que se descubren, se mantendrá “inquebrantablemente”.
El anuncio no fue una sorpresa y no descartó la posibilidad de que se estén manteniendo discusiones al respecto a puerta cerrada. Pero las conversaciones no se han confirmado de forma oficial y la mayoría de los analistas creen que cualquier cambio será gradual y que es improbable que el protocolo se suavice antes del próximo año.
La especulación disparó los mercados bursátiles chinos al alza esta semana, y tanto los inversionistas como la población se interesaron por los indicios de posibles modificaciones. La muerte de un niño de 3 años en un complejo residencial para cuarentenas alimentó el creciente descontento con los controles antivirus, que están cada vez más alejados del resto del mundo.
Todas las personas que llegan al país deben guardar cuarentena en un hotel designado para ello durante entre siete y 10 días. Los residentes hacen fila varias veces por semana para someterse a pruebas de detección en cabinas al aire libre para poder cumplir el requisito de tener una negativo en las últimas 72 horas para acceder a edificios de oficinas, centros comerciales, parques y otros lugares públicos.
Tuo Jia, una funcionaria de la Comisión Nacional de Salud, reconoció la existencia de quejas en algunas ciudades debido a la celosa aplicación de la política contra el coronavirus y dijo que las autoridades locales deben equilibrar la prevención de la epidemia con el desarrollo económico.
“Debemos llevar a cabo la prevención y el control de forma resuelta, decisiva, científica y precisa, y limpiar con determinación y acabar con todas las formas de simplificación, con el enfoque único y las medidas locales excesivas», añadió.
Los brotes repartidos por todo el país siguen provocando restricciones de viaje y confinamientos. Las autoridades sanitarias chinas confirmaron el sábado 3.500 positivos registrados en el último día, de los cuales alrededor de 3.000 eran asintomáticos.
En la ciudad de Guangzhou, en el sureste del país, el distrito de Haizhu suspendió el servicio de bus y metro durante tres días y pidió a la población que se quede en casa mientras se realiza un cribado masivo entre sus 1,8 millones de habitantes.
También hay restricciones en partes de la región norteña de Mongolia Interior y en Xinjiang, en el oeste, donde el sábado se designaron 43 nuevas zonas de alto riesgo en su capital, Urumqi.